Uruguaya en Brodeaux

Bordeaux es divina. Tiene los mejores rasgos de París y lo más disfrutable de una pequeña ciudad. Los turistas son en su mayoría franceses y se los ve muy relajados, comiendo y bebiendo maravillosamente. Cualquier restaurant, café o brasserie es tentador y las mesas al aire libre son la frutilla de la torta. Las boutiques son una belleza, todo está muy bien cuidado y no tenés que caminar demasiado para encontrar un delicioso canelé con el que deleitarte y endulzar tu paseo. 

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Le destinamos un día entero a la ciudad y estuvo perfecto para conocerla caminando. Pero si te interesa entrar a alguno de los museos (Cité du Vin está muy recomendado) o hacer un tour, te aconsejo agregar al menos medio día más.

Nos hospedamos en Villa Erizio, un apart hotel precioso y re cómodo que nos gustó mucho. Empezamos el paseo caminando hasta el Marché des Capucins. A diferencia de otros que he visitado, este mercado tiene la particularidad de ser más tradicional y no enfocado en el turismo. Fue interesante sentir la vibra del lugar, ver el pescado fresco y las variedades de frutas y verduras que ofrecen. No es una parada esencial pero si tenés un ratito, te recomiendo pasar.

Luego nos dirigimos hacia la Gran Campana, originalmente construida para alertar al pueblo en caso de incendio. El paseo es super disfrutable porque las callecitas son preciosas, está lleno de plazas, tiendas lindas y siempre podés acudir a un canelé o helado para hacer la caminata más amena. La imagen más famosa de Bordeaux es la del Miroir d’eau. Allí los edificios que rodean la Place de la Bourse se reflejan en el agua generando una vista realmente preciosa. Almorzamos en DS, un café divinamente puesto que ofrecía unas ensaladas deliciosas. Más tarde nos encontramos con una sucursal de Amorino, nuestra heladería favorita (esa en la que sirven los helados en forma de rosa) y como la tarde estaba ideal para algo fresco, no lo dudamos :) De allí recorrimos una de las calles comerciales más movidas de Europa y llegamos a otro de los puntos turísticos: el Gran Teatro de Bordeaux, un edificio espectacular inaugurado en 1780 con doce esculturas de musas y diosas. Lo interesantísimo es que actualmente las estatuas están haciendo honor a la pandemia y también llevan puesto su tapabocas ;) Un detalle finísimo y muy oportuno.

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Cuando visitamos Francia no puede faltar un buen plato de “steak frites”, churrasco con papas fritas. Busqué en Google cuál era el mejor y encontré L'Entrecôte. Al llegar vimos que había fila y rápidamente me di cuenta que no había sido la única en descubrir esta joyita. La fila se movió a buen ritmo y, sin dudas, la espera valió la pena. No hay menú y la moza nos hizo una sola pregunta: “¿a qué punto deseas la carne?” Las papas fritas son ilimitadas y la carne viene acompañada de una salsa tradicional de este restaurante. ¡Un gran hallazgo!

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El segundo día agarramos el auto y nos fuimos a visitar Château Pape Clément, una de las bodegas más antiguas de la zona. Cuando llegamos notamos un ambiente divino con pequeños puestitos vendiendo comida y distintos tipos de vino. De allí nos fuimos a Le Sources de Caudalie, el hotel en donde nos hospedamos esa noche. Este lugar es increíble, me tenía obsesionada desde que lo había visto recomendado en YouTube y soñaba con empezar mis treinta allí. Esta maravilla se creó así: primero se construyó la bodega y viñedo Smith Haut Lafitte. Luego, una de las hijas fundó el bellísimo hotel y por último, otra de las hijas creó Caudalie (con su correspondiente spa), la línea de productos de cuidado de la piel a partir de las semillas de la uva que tienen grandes propiedades antioxidantes. Una familia increíblemente talentosa que creó tres emprendimientos bellísimos. El hotel tiene tres restaurantes y un montón de actividades para entretenerte: tours, degustaciones, caminatas y mucho más. Esa primera tarde optamos por conocer los viñedos en bici y luego ir a cenar.

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Nuestro viaje fue cortito y se centró en la ciudad y el hotel de Caudalie, pero hay muchos otros viñedos y lindos lugares para explorar. Si estás pensando en conocer Bordeaux, investigá Saint-Émilion, un pueblito hermoso que no visitamos esta vez pero que están en nuestro itinerario para un futuro.

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Tip #1: Alquilar un auto es la mejor forma para pasear por esta zona de Francia. Las distancias son cortas, las rutas están muy bien y podés retirarlo y devolverlo en el aeropuerto. De esta forma no solo te ahorrás el taxi al hotel sino que además no necesitás contratar ninguna excursión para visitar los viñedos o los pueblos cercanos.

Tip #2: Esta zona puede ser un poco cara, por lo que te recomiendo dos alternativas para hacer tu viaje más accesible. Hacer centro en la ciudad e ir y volver en el día a los viñedos u hospedarte en un hotel elegante entre semana que es más económico (nosotros hicimos eso).

Durante nuestra estadía, tanto en la ciudad como en los viñedos, vimos a todos respetando las medidas de prevención. Todos los trabajadores tienen la nariz y boca constantemente tapadas, al entrar a todos lados hay alcohol en gel a disposición y no se permite el ingreso a clientes sin tapabocas. En los restaurantes que visitamos tienen implementado el menú online (a través de un código QR) y la distancia entre las mesas es notoria e incluso se intenta aprovechar al máximo las mesas al aire libre. Tampoco vimos a nadie quejándose de esta incómoda realidad, se los veía muy contentos de poder trabajar y promover el turismo. En todo momento nos sentimos muy seguros y contentos de poder viajar a pesar de la pandemia.

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Es una zona ideal para una vacación relajada, con divinos paisajes, vinos exquisitos y una gastronomía deliciosa. ¡Me encantó y no veo la hora de volver!

-MAB